domingo, 27 de enero de 2013

Páginas malditas - Capítulo 1.5-Opes, est potentia


Me dolía todo, no sabía dónde estaba ni cuánto tiempo llevaba allí.

Lo primero que vi fue a un hombre con unos atuendos muy extraños.
Vestía con una sotana de cuero negro y en la cabeza tenía una máscara con un largo pico, imitando al de un ave. Los ojos de la máscara estaban tintados de color rojo y llevaba puesto un sombrero de ala ancha negro.

Cuando empecé a recobrar el sentido empecé a angustiarme ya que esa es la indumentaria con la que los doctores se preparaban para poder tratar a los enfermos de la peste. Empecé a temer seriamente por mi vida.

El doctor de la peste, tras observarme con cuidado un buen rato, ayudado por un bastón blanco con un pequeño reloj de arena alado, se quitó la acongojante máscara y me dijo-Tranquilo chico, no tienes la peste. Soy Doctor de Barcelona, los posaderos fueron a buscarme ya que estabas sufriendo fuertes fiebres y tu cara daba a entender que sufrías unos dolores tremendos y bueno, pensé que sería la peste pero por suerte no es nada de eso, que Dios me libre.

Vaya, me duele mucho la cabeza y he tenido unas pesadillas muy extrañas…no consigo recordar nada-Mentí en lo de las pesadillas, sí que me acordaba, imposible de olvidar ese rostro, pero no quería acabar encerrado por loco-

Has tenido gripe o algo parecido, te he preparado una receta que consiste en un agua muy caliente con miel y limón y un poco de jengibre fresco. Esto hará que se te pase el mal estar general y descanses bien. Te recomiendo que pases el día de hoy en cama y mañana ya marches donde quiera que vayas.

Gracias doctor-le señale la bolsa de piel donde llevaba el dinero para los pagos rápidos- Cóbreme usted mismo por los servicios prestados, le estoy muy agradecido-exclamé con los ojos algo entelados después del susto-

El día paso sin más dilación, rápido y simple. Al día siguiente, Diego de la Vega preparó sus bártulos, pagó generosamente a los posaderos y les agradeció mil veces lo que habían hecho por él esos días. Nunca lo iba a olvidar.

Cuando estaba preparando todo en el carro para partir a Burdeos, el libro se le cayó de la chaqueta abriéndose por la primera página y dando una sorpresa a nuestro protagonista.

Pero si no había nada escrito! –exclamé-Seguramente no me habré fijado cuando lo miré hace días, estaría cansado-me dije-
Lo leí, en privado, asombrado intentando adivinar el significado de dichas palabras y, así decía – Mil páginas malditas -


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