lunes, 15 de abril de 2013

Páginas malditas - Capítulo 2.5- Scutum


Bajamos unas pequeñas escaleras que conducían a una especie de puerta subterránea. La estancia aparentaba un almacén normal y corriente. Cajas y más cajas se amontonaban por la mayoría de los rincones. Nos dirigimos a uno de los rincones y los sospechosos hombres apartaron algunas cajas dejando al descubierto una especie de de hueco en el suelo.
Baja con cuidado, no queremos que seas el primero en morir al caer por aquí – me dijo uno de los hombres con una voz ronca -
Las escaleras no eran muy extensas pero la madera estaba algo podrida y resbalaba un poco. Por suerte llegué sano y salvo.

Recorrimos un pasadizo algo largo, había puertas de metal negro y oxidado por los lados. Tenían una rejillas muy pequeñas, lo justo para que pasase un plato. En algunas de ellas se escuchaban lamentos.

Por favor, por favor…señor llévame, no aguanto este sufrimiento – dijo una voz muy triste –
Cállate ya escoria, ya tengo bastante estando aquí encerrado como para tener que aguantar tus sollozos! – dijo otra voz que provenía de otra de las puertas-
Callaos ya o esta noche no tendréis cena! – dijo el hombre que me advirtió antes -

No te preocupes, no te haremos ningún daño. Ahora entenderás todo Diego. –Dijo uno de los presentes-
Eso fue un alivio ya que me imaginaba el resto de mis días consumido en una de esas horribles celdas…- pensé algo aliviado dentro de la preocupación del momento -
Cómo sabe mi nombre? Déjame ir! Tengo mucho dinero, puedo pagar lo que sea! Si mi padre estuviese vivo… maldita sea si mi padre no hubiese marchado con Dios no tendrías agallas para hacer esto. Aún tengo algunos contactos en Francia y cuando vean que no doy señales empezarán a investigar! Y Abraham tampoco se quedará de brazos cruzado! –dije enojado, estaba harto de tanto misterio y de que me atacasen. Me escurrí entre ellos y Salí corriendo en dirección contraria – La heroicidad no duró mucho. Enseguida me cogieron y me inmovilizaron, ataron las manos con grilletes para que estuviese quieto y me llevaron a una sala.
Antes de entrar en la sala, uno de los hombres me dijo – Ahora se lo cuentas a Abraham – Todos rieron con la coletilla.

Al entrar la sala lo primero que me llamó la atención fue un escudo y un estandarte, los dos lucían el símbolo de los caballeros de Dios. Los Templarios. Me costaba de creer ya que me constaba que se dio caza a todos ellos por traición y fueron quemados. A estas alturas no había mucho que me pudiera sorprender. No tenía ni la más remota idea de lo que estaba pasando.

Las paredes de madera de roble y el suelo de piedra pulida. Una mesa redonda ocupaba el justo centro de la sala y una lámpara enorme colgaba del techo iluminando completamente la sala.
Había muchas estanterías repletas de libros y pergaminos. Al lado de una de las estanterías había una puerta que, una vez consiguieron sentarme (prometo que conseguí agotar sus fuerzas al máximo) se abrió.

Como estas? Espero que no hayas causado muchas dificultades chico – Dijo una voz familiar -

Pero Abraham? Tu qué haces aquí? no entiendo nada – No sabía que decir, me sentí aliviado durante unos instantes al ver a mi amigo pero por otro lado quería respuestas - 

Primero relájate amigo. Tú, trae algo de vino para nuestro invitado y quitadle esos grilletes. Ahora ya no serán necesarios.

Al fin me dejaron libre y me sirvieron una copa de vino. Cuando me disponía a beberla uno de los miembros de aquel grupo le dio un golpe, derramando la copa al suelo. El “vino” empezó a burbujear en el suelo.

Mal, mal y muy mal! Nunca aceptes nada de un desconocido y menos vino! Apúntatelo ya que si quieres vivir muchos años no te puedes fiar de nadie. El vino tiene un olor muy fuerte, un olor que puede disimular eficazmente los venenos. Ahora mismo estarías muerto si te hubieses fiado.

No articulé palabra, cada vez estaba más impresionado y cansado. Quería irme y volverme a mi tienda de Barcelona. O mejor aún. Irme a un convento de clausura y dedicarme a la oración! Si eso haré – Me estaba volviendo majara, pensé desesperado –

Diego ahora pido que me escuches detenidamente. 

Llevamos siguiéndote durante mucho tiempo y últimamente nos hemos dado cuenta que han pasado cosas muy raras en tu día a día.
Sabemos lo del libro, de hecho, te lo entregó uno de mis hombres. También tenemos constancia del hombre que te dejó la extraña nota y de las fuertes fiebres que has sufrido estos días pero vamos por partes.
Tu padre era miembro de los templarios, como yo. Nos dedicábamos a generar riqueza y reputación en la península. Pero obviamente no podíamos revelar nuestros actos. Tu padre, en un viaje a Tierra Santa consiguió un libro. Ese libro se cree que tiene una serie de fuerza mágica que protege a quien lo posee. Hay leyendas que dicen que ese libro fue escrito por los Nizaríes. Un antigua grupo que dominaba la tierra Santa en su pasado impuro. Tu padre lo sacó de un soldad infiel muerto. Lo llevaba entre la armadura.
Lo curioso es que se dice que una vez se consigue. A no ser que se mate al portador del libro, solo lo podrán utilizar sus primogénitos. Y como tu padre murió de fiebres altas. Tú eres el portador del libro.
No sabemos qué poderes tiene, pero lo que sabemos con certeza es que alguien lo desea.

Ahora es donde entra el papel de ese extraño hombre.

Como sabrás, nosotros, los templarios, éramos los caballeros de nuestro señor Jesucristo. Conseguimos reunir tal cantidad de riqueza y influencia que alguien nos ha querido eliminar.
No tenemos pruebas de ningún tipo pero se sabe que, al morir Jesucristo, los apóstoles quisieron continuar el camino de su señor. La idea era hacer pensar a la gente que todos somos hermanos, que lo mío es tuyo, el amor es lo más importante y también decidieron construir los primeros templos de Dios para ofrecer nuestras oraciones. Pero no todos estaban conformes con eso… la avaricia dominaba la ética de algunos y pensaron que sería mejor extorsionar a la población con falacias de tal magnitud como que si no pagan o dejan sus bienes irán al infierno. El grupo de apóstoles se dividió y con el paso del tiempo hubieron guerras entre ellos. Los Adoradores de lo oscuro contra los hijos de Cristo. Se dice que los adoradores de lo oscuro aún continúan con vida, haciendo rituales impuros y derramando sangre de inocentes. Incluso las malas lenguas dicen que la guerra la ganaron los Adoradores y hicieron creer a todos que eran los hijos de Cristo. Por alguna razón creemos que han tenido que ver con lo que nos ha pasado a los templarios. Por lo visto había gente que no estaba conforme con nuestro estatus y nos vio como una amenaza.
Sea lo que sea tenemos que llegar al fondo de todo esto y si en realidad la iglesia es una mentira acabaremos con todos los infieles en nombre de nuestro señor y tomaremos el poder nosotros, para encaminar al rebaño por su correcto sendero! – Exclamó Abraham mientras las lágrimas surcaban su cara -

Boquiabierto, observe a los presentes. Apretaban los dientes y puños. Los ojos les brillaban por las lágrimas. Algunos agarraban sus rosarios y los besaban mientras recaban…

Los hermanos que quedamos queremos llegar hasta el final de esto y vengar a todos nuestros hermanos quemados como brujas. El hombre que te persigue es miembro de esa maldita secta y por lo visto quiere ese libro.

Tu vida de mercader ha terminado por ahora Diego. Nos tienes que ayudar. Tu padre me dijo que tenía que cuidar de ti siempre y ahora que estas en peligro, la única forma de asegurar la promesa que le hice a tu padre es esta.
Ahora márchate, tendrás noticias nuestras. Tu carro ya no está en el establo. En tu habitación hay un saco con dinero. Si tienes cosas que contarme, fíjate en los mensajeros. Que tengan un águila detrás de la oreja. Si la tienen son de los nuestros y no hay peligro.

Por cierto, casi se me olvida, toma este sello del águila. Es nuestro nuevo emblema. Representamos las alas que salvarán al mundo de la manipulación del señor oscuro. Cuídalo y no lo pierdas. Te será útil.

Telmo no sabe nada de esto. Simplemente sabe que te tiene que proteger. Yo lo envié mientras llegabas a Besalú.
Mucha suerte amigo.

Sin darme cuenta llegué a la posada, saludé a Telmo que estaba en el comedor jugando a las cartas y me tumbe en la cama. Necesitaba pensar en todo esto.

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